martes, 3 de julio de 2007

...A puro pulso

En el ya añoso colegio que compartimos, todo lo hacíamos a "puro pulso", con mucha mística y un gran sorbo de buena voluntad, ingenio y travesuras al por mayor, tal como lo hace Marco, ahora tratando de mantener el memorial vivo a través de este rincón, un poco burlón, un poco llorón, pero sin duda, caído del cielo a esta altura de nuestras vidas.
....En el segundo piso de las antiguas oficinas administrativas se repartía, en la mañana, un yogurt y un pan con mortadela para los cabros que estaban con ayuda social en el colegio, todo con el aporte voluntario de padres y apoderados... a puro pulso.
....En el viejo e histórico comedor de calle Bulnes, todos los días iban a recibir su colación los chiquillos más pobres y los no tanto también. Eran varias, casi siempre las mismas, mamás del colegio que llegaban cocinar todas las mañanas..... a puro pulso.
...En el frente del colegio, en un boliche estrecho y maltrecho, varios de nosotros comprábamos pan, algo de fiambre barato, una botella de litro de Coca-Cola para aguantar hasta la clase de la tarde. En primero medio, la tortura era matemática... a las 15:20 hrs. Había que aguantar a las tripas protestando, .... a puro pulso
....En ese antiguo y polvoriento estacionamiento del colegio, donde existía un largo bebedero de corral, donde llegábamos a tomar agua, chupeteando las llaves, para seguir corriendo, jugando, .... sudando como todo el resto de la básica. Hoy se levanta un gran gimnasio, que fue el sueño inicial de muchos apoderados, mientras usábamos ese viejo, húmedo y helado galpón del segundo piso.... a puro pulso.
....La olimpiada Salesiana, en que llegaban delegaciones de colegios de todo Chile, que dormían en algunas salas y también en el gimnasio. Desayunaban y almorzaban en el antiguo y estrecho casino, sector poniente ... entre baños y auditorium. Era una fiesta..... para todos, un poco incómoda para las visitas, pero fiesta al fin..... a puro pulso
.... Y así, como muchas otras vivencias en este querido colegio, cuando nos despedimos de él, en nuestra graduación, entre abrazos y lagrímones verdaderos, llevamos nuestros uniformes para dejarlos en algún rincón de esa manzana edificada.
Vaya casualidad, ... hasta el final, hasta el final, todo era....
....... a puro pulso.

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